Friday, May 21, 2021

More on my Wife's Family Connection with Judaism

Si los abuelos paternos de Iuan de Yepes son, como se inclina a pensar Gómez Menor, Gonzalo de Yepes y Elvira González, ambos fueron reconciliados por la Inquisición en 1497; y todavía habría que señalar algunos otros terribles acontecimientos de este mismo estilo en la familia más o menos lejana de otro Gonzalo de Yepes y sus hermanos Catalina González y Rodrigo de Yepes, cuyos padres, Iuan de Yepes y su mujer fueron relajados en 1491. Pero también había parientes más cercanos que eran canónigos de la catedral toledana, un cubiculario de su Santidad y un inquisidor de Toledo. Y hermanos del padre eran, el bachiller Diego de Yepes, arcipreste de Rodillas, en la misma diócesis toledana, y el licenciado Iuan de Yepes, médico de otro pueblo toledano: Gálvez. Hay, por otra parte, al menos una familia del pueblo de Yepes que tiene vinculación con Fontiveros , en cuya iglesia funda una capellanía ? antes del nacimiento de Juan : la de María Sánchez del Fresno , familia sospechosa de no ser todo lo cristiana vieja que fuera de desear y quizá emparentada con la del propio Iuan; y en cualquier caso, las relaciones con Toledo de esta villa abulense no son pocas y no deben sorprendernos si tenemos en cuenta la tremenda movilidad de las gentes en la época , la situación geográfica de Fontiveros , no sólo en el camino hacia Medina del Campo , sino en una cierta proximidad de Salamanca y la raya portuguesa , y la dedicación a la carretería de buena parte de los vecinos de la villa. Y , por poner un ejemplo , digamos que la fábrica de la iglesia parroquial en 1545 hizo sus compras de plata a Juan López , platero , vecino de Toledo , lo que , dada la cercanía de Medina del Campo o incluso de Ávila , indica familiaridad con el platero o más amplias facilidades de compra de todo tipo. O ambas cosas . Y no es un caso aislado de comercio y trato con gentes toledanas . De Toledo se decía que procedía también Catalina Álvarez y que servía como criadita en casa de una señora bienestante de Fontiveros , pero la única noticia cierta que tenemos de Catalina es que , al casarse con ella , Gonzalo de Yepes no sólo se enfrentó hasta la ruptura con su familia toledana, sino que también se desclasó: algo muy extraño, si se tiene ante los ojos el hecho de que en España el marido elevaba siempre a su status a la mujer que desposaba. ¿Por qué no sucedió así, en este caso, sino que las cosas ocurrieron sucedió así, en este caso, sino que las cosas ocurrieron a la inversa ? Tan a la inversa , que en cientos de documentos revisados no podemos encontrar el nombre de Gonzalo de Yepes bajo ningún concepto , y se tiene la impresión o de una marginación o de una irrelevancia sociales muy acusadas. Gómez Menor ha sospechado la condición de morisca conversa en Catalina, o la de hija de un ajusticiado de derecho común, lo que suponía una infamia social tan gravosa en la época, que explicaría silencios y prevenciones. Y hay razones para pensar en su pertenencia a la casta de los islámicos y conversos de moriscos, desde luego; aunque ningún documento concluyente en éste u otro sentido puede ser exhumado puede ser exhumado todavia.

Lo que nos consta, sin embargo, es que el matrimonio vivió en un gran pobreza y que nunca saldría de ella. Se ganaba la vida tejiendo en su domicilio esa tenue y basta tela de seda con que las mujeres españolas del pueblo han llevado sus lutos o se han cubierto la cabeza, y esa ganancia siempre fue escasa. Existe la tradición de que el , que falleció en la niñez , murió de insuficiencia alimentaria , y ésta se haría sentir también en los otros dos : el mayor , Francisco , nunca logró aprender a leer ni a escribir, ni parece que pudo desempeñarse siquiera como escudero; ; y nos da la sensación de una cierta simpleza de espíritu, envuelta en una gran bondad. El hijo pequeño, Iuan, una de las personalidades humanas de que puede enorgullecerse la especie, iba a tener una estatura física singularmente breve como para llamar la atención de cuantos le conocieron: un metro cuarenta y ocho centímetros exactamente, como huella indeleble de raquitismo infantil.[José Jiménez Lozano, San Juan de la Cruz, Poesía completa p 12 - 13]

If the paternal grandparents of Iuan de Yepes are, as Gómez Menor is inclined to think, Gonzalo de Yepes and Elvira González, both were reconciled by the Inquisition in 1497; and it would still be necessary to point out some other terrible events of this same style in the more or less distant family of another Gonzalo de Yepes and his brothers Catalina González and Rodrigo de Yepes, whose parents, Iuan de Yepes and his wife were relaxed in 1491. But there were also close relatives who were canons of the Toledo cathedral, a cubicle of his Holiness and an inquisitor of Toledo. And the father's brothers were, the bachelor Diego de Yepes, archpriest of Rodillas, in the same Toledo diocese, and the lawyer Iuan de Yepes, a doctor from another Toledo town: Gálvez. Is there, on the other hand, at least one family from the town of Yepes that has ties to Fontiveros, in whose church he founded a chaplaincy? before Juan's birth: that of María Sánchez del Fresno, a family suspected of not being all the old Christian that would be desired and perhaps related to that of Iuan himself; And in any case, the relations with Toledo in this town of Avila are not few and should not surprise us if we take into account the tremendous mobility of the people at the time, the geographical location of Fontiveros, not only on the road to Medina del Campo, but in a certain proximity to Salamanca and the Portuguese line, and the dedication to the highway of a good part of the residents of the town. And, to give an example, let's say that the factory of the parish church in 1545 made its silver purchases from Juan López, a silversmith, a neighbor of Toledo, which, given the proximity of Medina del Campo or even Ávila, indicates familiarity with the silversmith or more extensive shopping facilities of all kinds. Or both. And it is not an isolated case of commerce and dealing with people of Toledo. It was said that Catalina Álvarez also came from Toledo and that she served as a maid in the house of a well-being from Fontiveros, but the only certain news we have about Catalina is that, when he married her, Gonzalo de Yepes not only faced up to the breakup with his family from Toledo, but also declassified: something very strange, if you have before your eyes the fact that in Spain the husband always elevated the woman he married to his status. Why didn't it happen like this, in this case, but did things happen like this, in this case, but did things happen the other way around? So in reverse, that in hundreds of documents reviewed we cannot find the name of Gonzalo de Yepes under any circumstances, and there is the impression of a very marked social marginalization or irrelevance. Gómez Menor has suspected the condition of a Moorish convert in Catalina, or that of the daughter of a common-law executioner, which was such a burdensome social infamy at the time that it would explain silences and preventions. And there are reasons to think about her belonging to the caste of Islamics and Moorish converts, of course; Although no conclusive document in this or another sense can be exhumed, it can still be exhumed.

What we know, however, is that the couple lived in great poverty and would never get out of it. She earned her living by weaving in her home that thin and coarse silk cloth with which the Spanish women of the town have worn their mourning or covered their heads, and that profit was always low. There is a tradition that he, who died in childhood, died of nutritional insufficiency, and this would also be felt in the other two: the eldest, Francisco, never managed to learn to read or write, nor does it seem that he could even function as squire; ; and it gives us the feeling of a certain simplicity of spirit, wrapped in great goodness. The youngest son, Iuan, one of the human personalities of which the species can be proud, was going to be singularly short in physical stature to attract the attention of all who knew him: exactly five feet eight inches, as an indelible mark of childhood rickets.


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Stephan Huller's Observations by Stephan Huller
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